domingo, marzo 12

Oh, el amor II

Anoche me encontré en un bar con *J*, una amiga que no veía hace varios meses y me contó una historia de esas que ya no se oyen.
En resumidas cuentas, un día conocío a *M* y empezaron a salir. Tres semanas después, mientras bailaban en Valparaíso con otros amigos, él la miró a los ojos y le dijo "te quiero". Ella le dijo lo mismo y gritaron juntos "¡nos queremos!". Los amigos los oyeron, se abrazaron en una ronda, saltando y cantando "¡nos queremos, nos queremos!".
En fin, todavía se quieren.

update: tal como lo presagió Malayo en su comentario, *
J* y *M* ya no se quieren. Al poco tiempo de separarse, él se casó. Un día se encontraron en la calle, pero siguieron de largo sin saludarse. Pucha el amor.



Vea además:


Oh, el amor I

jueves, marzo 2

Sepa usted


Este es Adrian Flanagan y sus dos hijos, Benjamin y Gabriel, de 7 y 4 años.

Hace cuatro meses y dos días Adrian partió desde Inglaterra con el propósito de dar la vuelta al mundo en dirección oeste, solo, en un yate. Adrian tiene 45 años, cuando tenía 16 se obsesionó con la idea cuando conoció a sir Francis Chichester, quien en 1967 hizo esta ruta por primera vez, con una parada en Sydney.
Casi 40 años después, Adrian pretende hacer lo mismo pero sin tocar tierra. Son más de 56 mil kilómetros y 300 días de viaje en solitario. ¿Costo? Más de $ 180 millones, aportados en gran parte por auspiciadores. Aún buscan nuevas donaciones en su sitio web.
Según me contó Louise, su ex mujer y actual capitana de expedición, el lunes de la semana pasada Adrian pudo cruzar sin problemas el Cabo de Hornos. En la gobernación marítima de Punta Arenas jamás se dieron cuenta de su paso. Al parecer en Valparaíso sí tienen noticias de él, tengo que confirmarlo aún.
De vez en cuando se comunica con Louise para contarle del viaje. Ayer estaba frente a la isla Patricio Lynch, paralelo a Villa O'Higgins, para que se hagan una idea.
Cuando le pregunté a Louise por qué Adrian había dejado su trabajo y su familia por semejante aventura con una seguridad que me llegó a los huesos me dijo: "¡porque está loco!".