miércoles, enero 25

Una pequeña aclaración...

Señoras y Señores, primero: el mundo no se ha acabado.
Señoras y Señores, segundo: en este blog se permiten ciertas divagaciones relacionadas a la ficción. El apego estricto a la verdad lo remito a mis labores profesionales.
Señoras y Señores, tercero: no os preocupéis.

domingo, enero 22

Lo que no sabía

Yo no sabía que algo tonto podía doler.
No sabía que la angustia se acumula en el pecho, sube por el nudo de la garganta, moja las mejillas.
Tampoco sabía que podía convertirse en un acto reflejo.
Yo no sabía que podía disimular el llanto y los ojos hinchados.
No sabía que si prendía la luz de noche se me olvida que no estás.
Yo no sabía cómo levantarme y olvidar las pesadillas.

Tampoco sabía que hasta un vidrio roto podía traer recuerdos.
No supe entender lo que querías de mí.
Tampoco supe leer entre líneas.

Nunca supe decirte que no.
Nunca supe colgar el teléfono.
Nunca sé qué haces, si estás, si vuelves.

No sé qué quieres, pero sé qué quiero.

miércoles, enero 18

Mr. Postman

Encontré en el piso mi baño una pelusa de las que uno llama "cartas" o "va a llegar una carta" cuando las ve flotar. Por una milésima de segundo me puse romántica y me dije "tal vez". Acto seguido reaccioné, la tiré por la taza del baño y y di la cadena. Esas cartas ya no van a llegar.

martes, enero 17

Mi meta 2006

Como no cumplí ninguna de las metas que me propuse para el 2005, este año había decidido no tener ninguna. Pero ayer apareció una y no pude rechazarla.
Me tocó ir dos veces a La Pintana durante el día, a la altura del paradero 36 de Santa Rosa. Hacía un calor espantoso por lo que fuimos con el aire acondicionado al máximo y las ventanas del auto bien cerradas.
Cuando nos estacionamos y abrí la puerta se me apretó el estómago y se me llenaron los ojos de lágrimas. Era un olor muy familiar y lejano, no lo sentía hace mucho pero no había perdido el efecto en mí.
No me acuerdo cuándo fue que lo olí por primera vez pero sé que durante dos años lo sentí todos los sábados, en la toma de Peñalolén.
Es el olor a extrema pobreza, a campamentos, tomas y poblaciones. No quiero que me malinterpreten, sé que suena duro pero no es el olor en sí lo que me violenta, es el hecho de que ese olor exista y que muchos jamás lo sentirán ni lo entenderán. Es una mezcla de tierra, sudor, perros, agua sucia y basura que sentía ya a dos cuadras de la toma y se me quedaba pegado en la ropa y el pelo. A mí, ese aroma me causa dolor, compasión, nostalgia y un cariño enorme por todos a los que conocí en esos lugares, especialmente en la toma.
Lo fundamental es que no tiene nada que ver con la limpieza ni con la dignidad. Los niños se podían ver sucios pero no por descuido de los papás, o porque no tuvieran más ropa, o porque no se bañaran, sino que es lo más lógico y cómodo si viven y juegan todo el día entre cartones y tierra. Cuando salíamos de paseo (al zoológico, algún museo o a un parque), las niñas se ponían el mejor vestido, se tomaban el pelo recién lavado con pinches y llevaban cartera. Los niños, de camisa bien abotonada y partidura al medio, guardaban suculentas colaciones en los bolsillos. Lo que quiero decir es que el olor no estaba en ellos, era una circunstancia, un entorno que no era su realidad. Y eso es lo que más duele de ese olor.
En La Pintana lo recordé todo y
durante el camino de vuelta me recriminé todo el tiempo que había pasado sin sentir ese olor. En el fondo, eso significaba que había estado mirándome el ombligo, aislada en mi burbuja -de clase media pero burbuja al fin-, sin hacer nada para que el olor desaparezca de la vida de esos niños, aunque sea por una tarde.
Y eso, no tengo muy claro qué voy a hacer, cómo, ni dónde. ¿Alguna sugerencia?

viernes, enero 6

Todo por hocicona

Maldita sea. Van a ser las 11 de la noche y sigo en el diario. Obvio que todo pasó en un minuto y tuve que escribir dos notas enormes al mismo tiempo, con gráficos, infografías y mapas que aún no están listos. Qué bonito. Y todo por hablar.

La noche (y el día) es una pérdida de tiempo

La noche es una pérdida de tiempo. Siempre me ha costado dormir pero anoche fue insoportable. Llegué cerca de la s 12 a mi casa. Venía del lanzamiento de Sumatra, libro de poemas de Malayo y me puse a ver los noticiarios. A la 1 apagué la TV y no me pude dormir, o eso creo. Fue un tipo de sueño muy liviano, con saltos y vueltas. Lo único en que pensaba era en todo lo que tenía que hacer hoy viernes, cómo me iba a organizar, qué preguntas iba a hacer en la entrevista, etc. Una pesadilla consciente.
A las 3 escuché llegar a mi hermano.
A las 5 los pájaros empezaron a cantar, y los odié. Si no los hubiera reconocido tal vez no me habrían molestado y se habrían quedado como ruido de fondo. Gorriones, Tordos, Chercanes. Todo porque armé con CasaGrande una revista sonora que incluía estas aves y las tuve que escuchar mil veces.
A las 7 sentí que mi mamá se levantaba. Al fin sonó el despertador a las 8 y podía empezar a funcionar.
¿Todo para qué? Ya va a ser medio día y no he hecho nada. Estoy en punto muerto esperando una entrevista que puede salir en cualquier momento o en seis horas más. Maldita sea. Tengo que poner cara de ocupada y concentración absoluta para que no me manden a Lampa.