jueves, marzo 20

Usted no lo haga

Si alguna vez usted piensa variar y, por esta vez, comprar papayas naturales en vez de enlatadas: no lo haga. Yo había escuchado por ahí que cocer papayas era una gran empresa. Se lo advertí a Yoyo y le dije que mejor lleváramos las enlatadas que estaban a 10 centímetros. Él no me hizo caso y requete prometió que él las haría. Pasaron los días y las papayas ya estaban madurando demasiado así que me puse a investigar su preparación.

Primero me encontré con que no se pueden cocer con piel, pero que son durísimas de pelar, por lo que es mejor hacerlo con un cuchillo corta cartón ( o tip top). OK. Si en teoría ya sonaba complicado, en la práctica resultó un desastre. Estuve una hora pelando cinco papayas, la cocina quedó amarilla, mis manos acalambras y el piso todo pegoteado.


El segundo paso era cocerlas. Algunos decían que se ponían en agua con azúcar y otros, que era mejor cocerlas con las pepas y poner el azúcar al final. Yo, salomónica, seguí ambos métodos y los combiné. El resultado de los varios trasvasijes que tuve que hacer fue un fiasco. A estas alturas creo que complicarme la vida es mi deporte favorito.

Ahora estoy calculando cuánto tiempo dejarlas en el almíbar mientras pienso cuán fácil habría sido comprar las famosas papayas en tarro.

sábado, marzo 8

Un no-tan-feliz 8 de marzo


Nunca he inflado mucho el Día de la Mujer (más que nada porque siento que todos los días son nuestros). Pero ahora le encuentro mucho sentido más porque me enteré (ojo con mi ignorancia) que este día se conmemora la muerte de 129 mujeres obreras. O eso dicen, al parecer hay más de una versión. Una de ellas es la siguiente:

El 8 de marzo de 1908, un grupo de trabajadoras neoyorquinas decidió tomarse la fábrica donde trabajaban para protestar en contra de los abusos laborales de los que eran víctimas. Sin razón conocida, el lugar ardió en llamas, muriendo 129 mujeres. En 1975 se estableció el día de la tragedia como un homenaje a todas las mujeres del mundo...

Cierto o no, no deja de ser una celebración amarga.