sábado, febrero 25

Pánico por gripe aviaria en Chile y el mundo

Nota de la Recopiladora (1): Las negritas y comillas pertenecen al original.


Acude al hospital tras practicar el "boca a boca" a una paloma

El centro hospitalario descartó cualquier contagio de la mujer.

Una mujer vecina de Alicante acudió al hospital de San Juan ante el temor, finalmente infundado, de haber sido contagiada de gripe aviaria tras haber practicado el boca a boca a un ejemplar de paloma encontrada enferma en la vía pública.

El concejal de Sanidad del Ayuntamiento de Alicante, Juan Zaragoza, relató ayer a los periodistas que este caso se dio el lunes y los médicos del hospital de San Juan, centro encargado de aplicar el protocolo en posibles casos de gripe aviaria, han descartado contagio a esta mujer, de avanzada edad y que reside en el centro de la ciudad.

Según el concejal, esta mujer hizo, "en su afán de proteger a los animales", el "boca a pico" a una paloma que halló en plena calle y que estaba muriéndose.

EL ANIMAL, A CASA "Se llevó la paloma a casa, intentó reanimarla, no pudo y entonces pensó en hacerle la respiración artificial y le insufló aire desde su propia boca y pulmones a través del pico", a pesar de lo cual el ave falleció, pues su estado "era irrecuperable".

El concejal de Sanidad continuó que esta mujer ya sufría "un proceso gripal" y explicó que, al conocer su forma de reanimación a la paloma, varios "amigos" de la mujer la convencieron para llevarla al hospital de San Juan, donde los médicos la sometieron a pruebas y determinaron que se trataba de una gripe "normal y corriente". Esta mujer, que regresó a casa para continuar la recuperación de la gripe, es conocida en el barrio por acumular "varias multas" por repartir migas de pan a las palomas infringiendo la ordenanza municipal que prohíbe alimentar a estas aves, de las que hay una numerosa colonia en la ciudad.

CASO AISLADO Por su parte, el alcalde de Alicante, Luis Díaz Alperi, enmarcó este caso dentro de una actitud aislada, y aseguró que no hay motivo para sentir "pánico" por la gripe aviaria en la ciudad, ya que se siguen todas las recomendaciones de las autoridades sanitarias.


El Periódico Mediterráneo, 22.02.06


Nota de la Recopiladora (2): Si piensan que estas cosas sólo suceden lejos de Chile, continúen leyendo.

PLAZA DE ARMAS DE CALAMA

Mujer mata a 84 palomas por temor a gripe aviar

Una mujer de Calama es investigada por la Secretaría Regional Ministerial (Seremi) de Salud tras haber eliminado con veneno a 84 palomas de la Plaza de Armas por miedo a ser contagiada por la gripe aviar.

El inusual caso se dio a conocer ayer tras los análisis de la autoridad sanitaria, que comprobó que la muerte masiva de especies, producida el fin de semana pasado, se debió a un veneno preparado con hierbas ilegales provenientes de Bolivia. Con esa mezcla mató a 54 ejemplares, pero se asume que la mujer también es responsable de otras 30 muertes ocurridas en enero.

El cuidador de la plaza, Luis Olivares, fue quien alertó sobre la última matanza, y dijo que "las palomas eliminaban espuma desde la boca, tenían las patas tiesas y caían al suelo ya muertas". El seremi (S) de Salud, Manuel Cortés, señaló que, según el sumario sanitario, la mujer arriesga multas de entre una y 500 UTM (entre $ 31.508 a $ 15 millones).

La Tercera, 24.02.06

sábado, febrero 18

jueves, febrero 16

Oh, el amor

I just quote, though I smile with tears:

"Quería mostrar unas imágenes de Tenca que tomé en Osorno durante el terreno, que tiene una mal formación en el pico (la he visto en tres oportunidades). Se ve muy curiosa, de hecho a la distancia parece una Bandurrilla. Lo interesante fue que en el verano la vi alimetándose de saltamontes especialmente en los prados, y además, persiguiendo a una posible pareja con un hermoso display de cortejo. Lo que sobresale a mi siguiente viaje es que ésta al parecer consiguió conquistar a aquella hembra y ahora los veo alimentándose juntos en los mismo parajes".

Jorge Valenzuela, 07.09.2005


martes, febrero 14

XIV

Por diversas razones este día pintaba para negro. Por otras razones, no lo fue.

Cuando salí de la pega no hacía ni frío ni calor, no estaba tan cansada y no tenía ganas de llegar a la casa así que me fui caminando y escuchando a Tom Waits, Marisa Monte y María Rita.

En José Miguel Infante un tipo me quiso vender rosas y le dije que no con la cabeza.
Me dijo "¡Espére señorita!, están un poco tristes pero usted las va a cuidar, tome, con todo cariño" y sacó dos rosas de una caja. Una amarilla y otra rosada. Estaban tristes: tenían pocos pétalos, casi marchitas, mal envueltas y de manos de un desconocido. El resto del camino me puse a sacar algunas conclusiones, así, a vuelo de pájaro. Ninguna es publicable.

A dos cuadras de mi casa hay dos pequeñas plazoletas llenas de mirlos y chincoles (que se parecen mucho a los mirlos hembra). Me acordé que los mirlos son parásitos: ponen sus huevos en nidos ajenos e incluso se deshacen de huevos para hacerle espacio a los suyos. Los chincoles estarían en la vereda del frente pues son los que generalmente anidan esos huevos y, como si fuera poco, le han cedido gran parte de sus territorios a los gorriones, que dicho sea de paso son importados de Europa. Por eso me resultan tan simpáticos los chincoles, y qué bien le vendría a uno llamarse Aucán.

Ochentas



Me llegó un mail de lo más estúpido y melancólico sobre los niños de los 70s y 80s pero no pude evitar acordarme de algunas cosas. Paso a anotarlas como ayudamemoria para cuando ataque mister Alzheimer (el mail va en azul, mis recuerdos, en verde):


"Andábamos en bicicleta sin casco, nos sacábamos la chucha y nos rompíamos las rodillas y las manos, y nuestros amigos se cagaban de la risa y ninguno se traumó".

Hoy tengo cicactrices en las rodillas, en una pantorrilla, en el antebrazo y en la mano derecha. También una en la izquierda pero por jugar a la marca del indio.


"Los columpios eran de metal, con esquinas en punta y jugábamos a ver quien era el más bestia tratando de dar la vuelta completa".

Sí, también traté. Una vez me quebré la clavícula tratando de imitar a Mary Poppins.

"Jugábamos al "palo mayor" al "caballito de bronce" y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales".

También jugué al “Zoo” y “Hoyito-Patá”.


"Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No había celulares, ni siquiera todos teníamos teléfono".
Verdad, lo peor era que en verano oscurecía más tarde y había que “entrarse” cuando todavía podíamos seguir jugando. Era increíble quedarse a tomar once en la casa de los vecinos, sobre todo porque en algunas casas compraban tartaletas o mazapanes del Mozart. Siempre fue más rico el pan con mantequilla en otras casas.


"Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para demandar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosas de niños y se curaban con povidona yodada y unos puntos. Nadie a quién culpar, sólo a nosotros mismos."

Muy cierto, povidona para todo y la novedad era el bialcol. Jamás me hicieron puntos, todo se curaba, en la casa y bastaba. También me quebré un diente y no recuerdo haber ido a ninguna posta de urgencia.

"Comíamos dulces y bebíamos jugos yupi, pero no éramos obesos. Si acaso alguno era gordo lo era y punto".

Lo mejor era hacer helados con Flavoraid o Zip Zup, uno de esos traía los moldes. Otro jugo era el Zuko, pero que vendían en jarro de vidrio con mango naranjo. Aún hay casas que los usan.

"Compartimos botellas de bebidas o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada".

Yo compraba bebidas de 350 cc a $ 80, dulces de a peso y dulces de coca cola que valían $ 5.

"Hicimos juegos con palos, perdimos mil pelotas de fútbol. Bebíamos agua directamente de la llave, sin embotellar, y algunos incluso chupaban la llave. Íbamos a cazar lagartijas y
pájaros con la escopeta de perdigones".
Las pelotas quedaban en el patio del vecino, matábamos babosas con sal, juntábamos chanchitos de tierra, metíamos bichos en alcohol. En el patio había una llave de agua llena de musgo y hongos, no me acuerdo de haber tomado agua más rica después de jugar horas al “Arco peleado”.

miércoles, febrero 8

Este verano no ha sido verano


He escuchado por ahí que las temperaturas en Santiago llegan a los 30 grados, que hay que tener cuidado con el índice de rayos UV y que en cualquier momento vuelve la ola de calor. Incluso 36 grados creo que hubo hace poco.
Yo, como si viviera en un iceberg. Tengo frío todo el día. Se me congelan las manos, estoy pálida.
¿Culpable? El aire acondicionado que tiene un termostato de TODO o NADA que dice "usted, o se muere de frío o se muere de calor".
Una conocida me contó una vez que el primer recuerdo de su vida fue haber sentido el sol sobre la piel cuando estaba en el mudador, junto a la ventana. Me acuerdo de ella todos los días cuando disfruto de escasos 85 segundos de sol, cerca de las 7.30 de la tarde, mientras camino de la oficina al Metro.
Todo lo que queda del día, frío.